Yo también lo dejé... (Le pasó a un amigo)

Llevábamos años sin vernos y me sorprendió recibir su mensaje. Me invitaba a un café (el que me conozca sabe que nunca me niego a un café gratis) para ponernos al día.
Quedamos en una cafetería céntrica y mientras ocupaba una mesa junto a la ventana le vi llegar en su moto. Abrazos y sonrisas.

-Cómo pasa el tiempo...
-Si, cada vez estás más calvo - me suelta.
-Tú sin embargo sigues igual de gilipollas.

Nos reímos. Pasamos del café y banalidades a una cerveza por los viejos tiempos. Se le veía cansado y ojeroso, pero feliz. Me contó que había dejado su trabajo. ¡Lo había dejado! ¡Voluntariamente! Tal y como están las cosas, como anda el país y él deja el trabajo... Siempre fue un "cabraloca".

La segunda cerveza empezó con un sabor amargo. "Enfermé", me dijo.

-Se me estaba a pudriendo el alma y ya no soportaba hacer mi trabajo. Estuve a punto, un día en el que perdí los papeles, de partirle la cara mi jefe. No aguantaba más. Me estaba muriendo por dentro. No dormía, no era capaz de tener un pensamiento positivo y amargaba a todo el que estaba a mi alrededor.

Otra cerveza más.

Le encantaba su trabajo. Era reportero. Iba con su cámara a todas partes. Nunca vi a un tío tan feliz de observar la vida a través de un visor. Le gustaba contar historias. Tenía el ideal de que la verdad tenía que ser mostrada, que su búsqueda debía motivarnos a todos. No podíamos conformarnos con una versión, busca, contrasta y ten tu opinión. Su pasión era desbordante y contagiaba a todos.

-Pero es el precio del soldado, ignorar los motivos del que da las órdenes y cumplirlas. comencé a ver mi cruda realidad, esa que tanto tiempo evité. Era un peón al servicio de los intereses y ninguno de esos intereses era contar la verdad. Sólo podía contar lo que les interesaba, sólo podía mostrar lo que ellos querían. La verdad tenía que ser contada a su manera.
-¿La manera, de quién?
-Del que paga.

Rechacé una cuarta birra. A mi edad tres cañas ya empiezan a nublar el sentido.

-Llegaron incluso a evitar que sacara un reportaje en el que estaba implicado uno de los clientes y podríamos perderlo. No importaba que más de veinte familias estuvieran afectadas por aquel asunto. Sólo importaba "El Cliente".  Mi estado fue a peor. No dormía, sufría ataques de ansiedad... Sin mencionar que "El Cliente" paga cuando le place y nosotros seguímos chupándosela...
-¿Y qué hiciste?
-Lo único que podía hacer. Lo dejé.
-¿Así, sin más?
-Si. Se que puede sonar cobarde. Intenté luchar contra el sistema pero era una batalla en la que me vi sólo. Me golpeé contra una pared demasiado dura y allí me quedé. Tirado en medio de ninguna parte sin que mis compañeros "marines" me rescataran, como en las pelis. Me quedé solo.

Siguió un largo silencio mientras removía la espumilla de la cerveza. Nunca me imaginé que pudiera perder una batalla. Siempre fue un líder, con energía, no había asunto que se le resistiera.

-No te engañes. Como en las películas, el héroe perdido tiene una epifanía. Tuve mi "Deus ex machina". La lucha contra el titán me dejó abatido, pero abatido es un poco más vivo que muerto. Cuando caes de esa manera duele, créeme, es un sufrimiento horrible. Quedas en el suelo, impotente, sin fuerzas. Allí, con las heridas abiertas regando la tierra con mi sangre, tuve una revelación.

-¿Que?- pregunté excitado.
-Pensé -y se acercó un poco más - Que le den por culo a todos.
-¿Qué?
-Eso, a todos. Por el culo. El que quiera saber la verdad que la busque. Ahora yo busco mi verdad, para mi.
-Pero...
-¿Sabes a qué me dedico ahora?
-Ehm... No - estaba desconcertado.
-Ahora cuento historias, si. Cuento historias, invento mundos, personas buenas, malas, guapas, feas. Cuento grandes mentiras pero el que las lee llega a un acuerdo tácito conmigo y sabe que es mentira, pero se deja engañar. Pero al mismo tiempo, deslizo pequeñas verdades. Son como nanobots que se cuelan en su torrente sanguíneo y que, poco a poco, llegan al cerebro gestando ideas en sus mentes. Si consigo que una sola persona de las que leen lo que escribo reflexione, entonces habré ganado la guerra. La guerra contra la mentira y la manipulación. Esa guerra, amigo, no se gana en el campo de batalla. Hay que jugar sucio y atacar con escaramuzas, siendo rápido y certero. Atacando los objetivos de uno en uno. Es lento, pero llegará un día en que mi ejército tendrá miles, millones de soldados que sabrán ver y transmitir la verdad. Ese día dejaremos de ser esclavos. Yo pago.

Sacó un billete y lo dejó sobre la mesa. Cogió el casco y se puso la chaqueta. Yo pensaba en lo que me acaba de decir. El arranque de su moto me devolvió al mundo de los conscientes y tuve tiempo de ver cómo se alejaba levantando su mano izquierda haciendo una "V". ¿Señal de victoria o saludo motero? No lo sé.

Junto al billete había un par de folios doblados. Al estirarlo vi que había un texto. Era un cuento, "Veritas liberavit vos", La verdad os hará libres... Tengo que admitir que el cabrón siempre ha sabido marcharse con estilo.

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