El destino del crédulo
Aquí
estoy nuevamente, sentado frente a ellos, alejado de su alcance. Un
rumor ininteligible es la señal de que se comunican entre sí.
Irónicamente
ese zumbido constante que algunos llaman "hablar" no hace más que
distraerme de mis pensamientos. Miro a través del visor veo lo mismo:
-
Son sólo cáscaras - ya no queda nada de
humanidad.
Tiempo
atrás fueron personas, pero ya nada de eso queda. Tan solo van por el mundo
intentando capturar más cabezas. Curiosamente y a pesar de que su condición es
la misma, entre ellos se han organizado en grupos, todos con el mismo objetivo,
pero maneras diferentes de obtenerlo. No es extraño, y más de una vez lo he
presenciado desde posición segura, que haya violentos enfrentamientos entre
diferentes grupos.
Ese
podría ser su punto débil, tal vez esa sea nuestra salvación. Si esperamos lo suficiente puede que se maten
entre ellos y nos libremos por fin de su reinado del Caos.
Muchas
veces me he imaginado a mí mismo como un cowboy acabando con todos, uno a uno,
pero me limito a observarlos desde mi atalaya. Otras veces he pensado, y me
avergüenza admitirlo, que tal vez no tenemos salvación y es mejor unirse a
ellos y tener así una oportunidad. Por suerte esos momentos son escasos y se
desvanecen con una sonrisa. Pero he de admitir que me he imaginado como uno de
ellos, así todo sería más fácil.
Pero
no son como nosotros, puede incluso que hasta sean más felices... Ahí están de
nuevo...
Ahí
están de nuevo enfrentados, desmembrándose los unos a los otros, hiriéndose de
muerte. Pero ellos no mueren, siguen ahí amenazantes. Por suerte me ignoran, tan absortos en su absurda pelea. Me ignoran por completo y olvidan
que, en realidad, yo soy su objetivo... Quieren lo que hay en mi cabeza, lo
ansían con hambre enfermiza.
Si
dejaran por un momento su estúpida guerra y se unieran, sólo un momento,
estaríamos perdidos, todos. Yo el primero, siempre observando, a
través de mi visor, muy cerca. Pero me ignoran, afortunadamente.
Por
hoy ya es suficiente, no quisiera tentar a la Suerte. Echo un último vistazo y
los veo, mutilándose.
Me
río, recojo mi cámara y salgo del Parlamento, de vuelta a casa.
Comentarios
Publicar un comentario